.
Existen lugares en el mundo, por ejemplo en Australia, donde equipos de expertos recorren el país con el fin de grabar las diferentes voces de los aborígenes, cuya cultura no emplea la escritura, ante el temor de que desaparezcan. Aquí, los "expertos oficiales", trabajan para todo lo contrario: para ver si esa puñetera forma de hablar y de sentir que tienen los andaluces no se vuelve a oír más o, si se oye, que sea porque la hablan entre ellos (los jodíos), que ya se entenderán. Son maneras diferentes de tratar a una cultura, muy diferentes porque, como ya se sabe, los australianos se encuentran en nuestras antípodas.
Dicen las buenas lenguas que la enfermedad del nacionalismo se cura viajando. Pues bien, hagámosles caso, apliquemos el remedio: están ustedes invitados a conocer Andalucía. A usted, que nos comprende, para que ratifique que somos un pueblo abierto, humano, solidario, universal, sabio, acogedor, sin fronteras, .... y a usted, nacionalista de donde sea, que nos desprecia, que nos niega nuestra historia, nuestra lengua, nuestra cultura, a ver si, conociéndonos, recibe la influencia de un pueblo milenario, tolerante por naturaleza, que ha sabido abrir sus puertas a todo el que ha llamado a ellas.
Buscando al "pisha" en Cai
CÁDIZ.
Me llamo Mikel Gorriarán, llevo 15 días en Cádiz y me estoy, o me están
volviendo loco. Os contaré mi historia. Soy investigador privado y he
venido a Cádiz a resolver un caso simple, pero la verdad es que cada día
que pasa se vuelve más complicado.
Tan sólo se trataba de descubrir al
amante de la mujer de un alto mandatario vasco: comprenderán ustedes por
tanto que no dé su nombre, además porque me debo al secreto
profesional. En principio no tenía muchas pistas. Sólo sabía que el
hombre en cuestión era de Cádiz, se llamaba Manuel Ramírez, que
trabajaba en el puerto de Cádiz y que le conocían con el alias de
"picha". Así que el individuo en cuestión debía estar bien dotado, ya
que además de amante de la mujer del político, eran conocidas sus
correrías por el puerto de Bilbao. También usaba otro sobrenombre:
"quillo"..Con estas pistas tomé el avión hasta Madrid y allí enlacé con
el tren hasta Cádiz.
Llegué a la estación, cogí un taxi y mientras
iba camino del hotel, intenté entablar conversación con el taxista. La
cosa quedó en eso, en el intento, porque que yo sepa una conversación es
entre dos o más personas, pero el taxista no me daba opción ya que
hablaba por los codos y de modo ininteligible. Lo hacía de forma
sumamente apresurada y las pocas palabras que podía cazar al vuelo
estaban incompletas. Quise preguntarle por el puerto, pero sabiendo que
su respuesta no la entendería, lo dejé para mejor ocasión. Llegué al
hotel Playa Victoria, y como mi interés era buscar al tal Manuel
Ramírez, en un principio consulté la guía telefónica de la ciudad, pero
como presumía, aquí había demasiados Ramírez. En mi tierra hubiera sido
muy fácil, así que opté por buscar pistas en su lugar de trabajo. Salí a
la calle y pregunté por el puerto. Un señor muy amable me dijo que lo
mejor era coger el autobús de los Comes, pero para eso tenía que ir a
Cádíz, aquello, me desconcertó, ¿Dónde estaba yo?, Empecé a atar cabos.
Efectivamente cuando llegué a la terminal de la estación no ponía Cádiz,
sino Cortadura y además recuerdo que en el trayecto di unas cabezadas y
claro en ese intervalo pudo haber algún enlace, o algo, no sé.
Lo
cierto es que yo no me encontraba en Cádiz. Pero no debía estar muy
lejos. Paré un taxi y con gesto decidido, le dije al taxista que me
llevara a Cádiz. Él me contestó ¿A Cádiz a dónde?. Y le contesté algo
enfadado que a Cádiz, joder, a Cádiz. De una puta vez quiero llegar a
Cádiz. Ya luego el taxista con mucha paciencia y muy despacito me
explicó que donde yo estaba era Cádiz, pero no era Cádiz. A ver si lo
explico bien. Resulta que la gente aquí le llama Cádiz a la parte
antigua y desde unas murallas para adelante le llaman Puerta Tierra. No
se si lo expliqué bien, pero yo ya lo he entendido. Llegué por fin a la
estación de autobuses de Comes, pedí un billete para el puerto y me subí
al autobús correspondiente. El trayecto fue relativamente corto, si
acaso 30 minutos, pero la verdad es que yo creía que Cádiz era más
pequeño. Sin duda me había informado mal, y además mi trabajo aquí se
complicaba puesto que habría que buscar en una ciudad más grande de lo
que pensaba. Pero mis sorpresas no habían acabado. Llegado a la estación
terminal pregunté por el puerto.
Mi interlocutor me miró con mal genio y
me dijo que esto era el Puerto. Yo no entendía nada. Ese hombre
enfadado y yo no veía barcos por ningún sitio, La verdad es que el
hombre tuvo más paciencia que el Santo Job. Me fue explicando poco a
poco que aquello era el Puerto de Santa María, pero que por todo el
mundo, todo el mundo menos yo, era conocido por el Puerto y además me
dijo que eso no era Cádiz que Cádiz estaba allí enfrente, que el Puerto
es un pueblo de Cádiz y que si lo que quería era ir al puerto de Cádiz
que cogiera el vaporcito y me dejaría allí mismo.
|
Puerto de Sta. Maria |
Total, antes lo de
Cádiz, que no era Cádiz, que era Puerta Tierra y ahora que el Puerto es
un pueblo de Cádiz y entonces digo yo, ¿Cómo le llaman al puerto, al de
los barcos, al puerto de siempre? Subí por fin al que le llaman el
Vaporcito del Puerto, que para que lo sepan ustedes no es un barco de
vapor, no, porque aquí en Cádiz o donde coño esté yo ahora, no le llaman
a las cosas por su nombre; sí, le llaman vaporcito, pero en realidad es
un barco que va a gasoil.
Llegué por fin al puerto, al puerto pesquero
de Cádiz. Ya llevo gastado mucho dinero y tiempo, mas de lo que yo
esperaba. Además no se como justificarlo ante mí cliente, porque me temo
que no me va a creer y tampoco quiero darle muchas explicaciones porque
seguro que voy a ser objeto de burlas. Bien, obviaré todos estos
inconvenientes y pasaré a la acción. De siempre las mejores
informaciones se consiguen en los bares, así que me acerqué al bar más
próximo al puerto, perdón al muelle, uno que se llama "Lucero" y pedí un
tubo, de cerveza, se entiende, pero el camarero no lo entendió. Yo más o
menos le expliqué lo que quería y él con aire de suficiencia me dijo:
"a, usted lo que quiere es un bó". Joder, no sabia yo que también tenían
un idioma particular los gaditanos. Me acomodé en la barra del bar y
puse la oreja atenta a lo que allí se cocía. Me acerqué la cerveza a los
labios, tomé un trago largo y de pronto escuché la palabra mágica:
"picha".¡ Dios!, por fin la suerte me vino de cara. Casi no podía
creérmelo. Me atraganté con la cerveza, me puse perdido, pero merecía la
pena. Había encontrado a la persona que estaba buscando. Bendita suerte
la mía. Con disimulo me acerqué a los dos hombres que charlaban de un
tema que no comprendía, pero tenía que ver con la música, con los coros y
con un jurado, que por lo visto no tenía ni idea. Gente, sin duda muy
creyente, aunque mal hablados; usaban palabras mal sonantes, que no creo que
deban reproducirse aquí, pero a mi lo que me interesaba que uno de ellos
fuera el "picha" y para asegurarme que ese era el tipo que buscaba,
pedí otro "bó" y pegué la oreja a la conversación.
Efectivamente a lo
largo de la conversación, uno de ellos, un tipo bajito, 1,65metros, no
más, moreno, 40 años, delgado, que no tenía ni media bofetada, era
llamado constantemente "picha" por su compañero de conversación. Jóder,
pensé, Dios le da pañuelos a quien no tiene nariz. No se si lo captan
ustedes porque aquel tipo se estaba trajinando a la mujer de mi cliente y
aunque esté mal decirlo, porque soy un profesional, es una hembra de
bandera. No me extraña que a ese tipo le dijeran el "picha" porque sin
duda era lo único bueno que tendría. Bueno, bueno, que me desvío de la
trama. Había dado con el individuo y eso era lo importante.
Esperé
tranquilamente a que acabaran la conversación y seguí al "picha" con la
idea de abordarlo solo y sin testigos. Y ocurrió un caso hasta ahora
inédito en mi dilatada carrera. Se encontró con un amigo suyo y al
saludarlo le dijo: ¿Qué pasa "PICHA"?, y el otro le contestó: muy bien, "picha", ¿y tú?. Si, efectivamente; había dos individuos con el mismo
alias y a decir verdad, este segundo tipo tenía más planta de amante que
el enano de antes, pero en esto de la investigación nunca se puede
descartar a ningún sospechoso. Lo malo de todo esto es que ahora tendría
que doblar mis esfuerzos y hacer seguimientos alternativos. Para
comprobar cual de ellos era el verdadero amante, opté en principio por
seguir a este último ya que lo veo con mejor planta. Pero sin descartar,
como buen profesional que soy, al tipo enano. El individuo toma un
autobús y entabla conversación con un conocido suyo al que llama
"quillo". ¡Dios!. Esto se complica a cada paso. Ahora tengo a
dos "pichas", y a un "quillo". Mi instinto de detective me dice que
estoy siguiendo una pista falsa.
Empezaré de nuevo: así que vuelvo al
bar, del "muelle" y le pregunto al camarero si conoce a un tal Manuel
Ramírez que trabaja en el puerto. Me dice que con esos datos no le suena
y que además El Puerto le queda algo lejos. Caigo entonces en la cuenta
y rectifico diciéndole que donde trabaja es el "muelle". No cae. Le
digo entonces que le conocen con el apodo de "picha" y también con el de
"quillo". El tipo del bar se carcajea en mi cara y me aclara que aquí
todo el mundo es "picha" y "quillo. La policía, sin duda, aquí lo
tiene complicado. Te estás luciendo Mikel, me digo para mi. Otra
carcajada, no obstante el camarero me dice que pregunte por "Paco el
bigote" que en el muelle es el que contrata a los estibadores. Después
de darle todos los datos de que disponía sobre el tal Manuel Ramírez,
que según tenía entendido trabajaba en el muelle y que durante seis
meses trabajó en el puerto de Bilbao, lo de los apodos lo omití, porque
con el cachondeo del camarero ya tuve bastante. Aquel me contestó de
mala gana que ya no trabajaba allí, que según tenía entendido ahora
trabajaba en la Residencia. Yo le pregunté que ¿en cuál residencia?. El
contestó, con menos ganas que antes, que en cual iba a ser, joé, pues en
la Residencia. Era ya tarde y como la verdad, había conseguido bastante
información, volví al hotel a comer. Lo de la residencia lo dejaría
para más tarde.
Pensé que era buena idea tomar pescado para el almuerzo,
que aquí lo habría de haber bueno con tanta costa, así que le pregunté
al camarero que si tenía pescado. Él me contestó que tenía unas
"zapatillas" muy fresquitas. A mí, sinceramente, me importaba poco lo
que calzaba el fulano. Yo lo que quería era comer y además no sabía a
que venía aquello de las zapatillas. El tipo me estaba chuleando o
tendría medias una zapatería con algún cuñaaaaaaaao y me hacia la
propaganda. Obvié el comentario e insistí en lo del pescado. Pero el
camarero volvió con lo de las zapatillas frequitas. Puse mala cara y el
camarero debió notarlo, porque rápidamente me aclaró que en Cádiz se les
llama así a las doradas. Gente rara esta de Cádiz. No hay Dios que las
entienda con lo que corren hablando, con las de palabras que no
pronuncian y con las que pronuncian a medias.
Y para colmo le
cambian el nombre a las cosas. Luego dicen que el euskera es difícil.
No, el euskera es fácil, el gaditano es difícil. Después de una buena siesta
reparadora, volví al trabajo. Tendría que averiguar a qué residencia en
cuestión se refería "Paco el bigote". Deduje sin duda que tenía que ser
muy conocida, por la forma con que el susodicho me dijo: "cual va ser,
joé, pues la residencia ". Perspicaz que es uno. En la misma recepción
del hotel me dieron la información que necesitaba. La Residencia estaba a
cien metros del hotel. Un paseo siempre vendría bien, pero llevaba
cierto tiempo andando y no encontré ninguna residencia. Pregunté a un
transeúnte y me contestó que la había pasado, que estaba a dos
bocacalles. Así que volví sobre mis pasos, pero yo no encontré ninguna
residencia. Volví a preguntar. ¿ Por favor la Residencia? Pues eso que
tiene usted ahí delante. Pero ... ¡¡Eso es un HOSPITAL!!. Aquí le
decimos la Residencia, me contestó la señora y se quedó tan tranquila y
de camino me echó una mirada como diciendo..." pareces tonto".
A
partir de ahora no volveré a caer en estas artimañas, porque para mí esta a claro que hay, algún tipo de complot, y entre todos los
gaditanos intentaban marearme con nombres equivocados a cosas que solo
pueden tener un nombre. Investigué en el hospital y saque un dato
importantísimo, allí trabajaba desde hacía dos meses un tal Manuel
Ramírez que estuvo un cierto tiempo en Bilbao, según todo ello me
confirmó un celador de la Residencia. No pudo decirme su dirección
concreta, aunque me dijo que vivía por la Plaza de Toros. Iba, a pesar
de la cantidad de datos incorrectos, cercando al sospechoso. Dar con la
Plaza de Toros sería tarea simple. Eso pensé, pero hasta el día de hoy,
y llevo quince días aquí, no, he conseguido dar con ella. Y tiene que
estar ahí, porque una Plaza de Toros es una Plaza de Toros y a eso no le
pueden cambiar el nombre. Además a todo el que le pregunto me dice que
"dos calles más pallá" o una "mijita más palante". Luego eso confirma mi
teoría: hay una Plaza de Toros. Todos me hablan de ella, pero yo no la
encuentro. Me estoy ó me están volviendo loco. Definitivamente dejo el
caso y "me las piro pa BILBAO".
PD:
El hijo de Manuel Ramírez, para mas INRI, estudiaba en el Hospital de
Mora, y tras los 15 días también me fue imposible encontrarlo, ya que
debido a mis experiencias pasadas, yo buscaba una residencia creyendo
que el niñato de los cojones estudiaría medicina o enfermería o algo
parecido, pero nunca, repito, nunca, pude imaginar que lo que el
señorito hací era !!empresariales!! (Dato que me confirmaron tras mi
llegada a Bilbao).
No hay comentarios:
Publicar un comentario